aquellos maratediovillosos años

Ayer fui al cine.

Había visto hace varios meses un trailer de una peli con una furgoneta amarilla donde salía Muriel o Mariel, los que la conocéis ya sabéis que depende mucho de cómo se encuentre, de Las bodas de Muriel y tenía buena pinta.
En fin, que ayer fui a ver Pequeña Miss Sunshine porque a mi amigo Éric Rohmer la propuso y siempre acierta. Como llegué antes que él, me coji el folletín para ver de que iba y me encuentro a Muriel y la furgoneta y pensé…eh!! Guai!! Es la peli aquella del trailer!!!!

Bueno, pues como de costumbre Eric acertó y no sólo eso, la película me llevó a una regresión total de momentos en la cocina de casa, cuando comíamos los seis (mis padres, hermanos la abuela y yo) y lo único que querías era o morir atragantado con algunos de los huesos del pollo o conejo al ajillo (tan típico de los domingos) o bien que un ovni apareciera desde la casa de campo y abduciera a buena parte de los que estaban allí sentados…

Me recordó los interminables viajes a Galicia con los seis en un coche, la abuela cargada con su maleta y 20 bolsas de plástico más, los bocatas de tortilla francesa que claro, como eran mas jugositos eran los que tocaba si o si y juro…. QUE LOS ODIO!!!!!!. Mi padre y las cintas de rumbas, el cigarro negro y por su puesto la viodramina porque entre el humo, el madrugón y el bocata que me esperaba siempre estaba mareada. La abuela que no tomaba viodramina lo arreglaba con un orujo por ahí por Lugo… ella si que sabe.

Recordé las noches de mi habitación, mi hermana con los cascos (tipo Horacio Pinchadiscos) su pelo cardado y yo dándole la matraca con las que empezaban a ser esas paranoias que me iban a acompañar hasta hoy ¿?!?!?!?!

En fin, la peli fue deliciosa y me encantó no sólo reirme de ellos sino también de nosotros.
Me encantó ver que la risa lo cura...casi todo.