La suya era una enfermedad horrible.
Cada vez que alguien tenía una conversación fuera cual fuere, la pobre Tatiana tenía que ir y decir algo, alegre, triste, absurdo sin sentido pero algo.
A veces interrumpía a las parejas que estaban debajo de la parra en la plaza del pueblo declarando su amor para comentar tonterías sobre el caño de la fuente.
La gente del pueblo parecía no darse cuenta pero cuando se retiraba sabía que la llamaban "la vomita palabras".
2 comentarios:
ja ja ja... Me ha encantado. Lo de interrumpir a los amantes para comentar ja ja ja. Estás muy inspirada. Muerte a los invitados no convidados.
Besos
Sabes que escribes muy bien? Preciosa historia... voy a tener que visitarte más a menudo...jajaja
Mil besos
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